sábado, 25 de julio de 2015

RELATO "LA SOMBRA"

Os dejo este nuevo relato de terror. Para acompañarlo, me permito el lujo de sugerir la pieza que he colocado al principio del msimo.

Este relato está incluido en mi libro de relatos de terror de próxima aparición y, como todo lo mío, se encuentra registrado e incompleto. ¿La versión completa? En el libro, por suesto.

Espero que os guste.

GRAHAM PLOWMAN - HP Lovecraft's The Call of Cthulhu:

Soundtrack Part 1 Orchestra Horror Music



LA SOMBRA



Éramos ocho amigos, sin nada más que hacer que pasar el rato, fumarnos unos porros, compartir unas cervezas y hablar de nuestras estupideces, que para nosotros eran importantes, en un intento de verbalizar nuestro descontento con el mundo y el deseo de cambiarlo, aunque sólo fuera de manera virtual, a base de exteriorizar nuestros pensamientos.

Lo curioso era que formábamos cuatro parejas, casi en el sentido literal, ya que Pablo y Elena, Rober y Blanca, y Toni y Paula sí que salían juntos. Los dos únicos desemparejados éramos Ángeles y yo.
He de reconocer que a mí sí que me gustaba Ángeles, con su rollo hippie y su cultura alternativa, siempre en su limbo, con sus historias de infusiones, videncias, numerología y demás cábalas, pero ella no se fijaba en mí.

La verdad era que Ángeles no se fijaba en nadie.

Nunca supe por qué hasta aquel día.


La casa estaba abandonada en mitad del bosque. Era la antigua casa de un señorito, terrateniente de extensos dominios, de los muchos que siempre ha habido por Andalucía. El señorito murió, y con él toda la familia, poco a poco. Lentamente. Se hablaba de gritos aterradores en mitad de la noche, de luces extrañas que iluminaban ventanas que no existían, y de rituales extraños conjurados con voces de ultratumba.

Los peones se fueron, abandonando a la familia de inmediato, y las tierras comenzaron a crecer salvajes hasta crear un verdadero bosque, tupido y oscuro, donde antaño hubo eras de labranza. La gente evitaba aquel lugar como si estuviera infectado por la peste.

Nadie iba por allí.

Ni siquiera los yonkis, que contaban extrañas historias fruto de sus alucinaciones.

Bueno, nadie, salvo nosotros, porque no teníamos miedo, y porque habíamos decidido que aquel rincón del mundo fuera nuestro, para nosotros solos.


Estábamos allí, sentados en el polvo, viendo las extrañas pintadas sobre el papel gastado y rasgado que un día cubrió las orgullosas paredes de la construcción. Habíamos hecho una fogata con algunos restos de madera, hojas secas y agujas de pino que habíamos encontrado por las vacías estancias.

Allí estábamos, reunidos alrededor del fuego, como hombres primitivos, disertando sobre política, sociedad y el mundo en general, haciéndonos unos porros que iban pasando de mano en mano mientras acompañábamos el dulce humo con sorbos de amarga cerveza.

El paraíso cuando eres joven, tonto, e inexperto.

De pronto, no recuerdo quién, pero alguien dijo:

–¿No os parece un momento genial para una tirada de cartas de Ángeles?

Nos miramos los unos a los otros. Yo sólo tenía ojos para Ángeles. Derramaba mi mirada por el escote de su blusa, hasta que se perdía por las sobras que se iban deslizando lentamente sobre la blanca piel de sus pechos, ahora maquillada por el reflejo ambarino de las llamas.

Dio una profunda calada su canuto, dejando que se elevaran suaves volutas azuladas hacia el oscuro techo de la derruida estancia.


Sus ojos de pupilas dilatadas estudiaron detenidamente las formas que iba adoptando el humo en un silencio respetuoso, casi ceremonial.

Al cabo de un rato separó los labios y susurró:

–Vamos a morir… todos… aquí… hoy… ahora… 

Hubo risas nerviosas y comentarios jocosos.

Yo tomé una de las litronas y me eché un buen trago al coleto. Había aprendido una cosa de Ángeles: cuando se ponía en aquel tono trascendental, había que tenerla en cuenta.

Entonces lo vi.


Era una sombra, un difumino extraño en la oscuridad, apenas un matiz, pero estaba allí, aquella forma amorfa, inmensa, con dos ascuas en tono amarillo macilento que resultaron ser sus ojos.

Ninguno los vio.

Sólo yo.

Un escalofrío sacudió a Ángeles, y supe que a ella no le hacía falta ver aquella sombra para saber que no estábamos solos, para reconocer su presencia, para asumir el final que se acercaba a nosotros con paso firme e inexorable.

Rober aún se retorcía de risa en el polvoriento suelo cuando algo salió de la oscuridad, apenas perceptible a mis ojos embriagados por el alcohol y el THC, y lo agarró, arrastrándolo con ímpetu a la oscuridad, haciéndolo desaparecer en la penumbra entre gritos de angustia que nunca nadie debiera escuchar y que yo no podré arrancar jamás de mi memoria.

Las risas murieron casi tan de golpe como los chillidos horrorizados de nuestro amigo.

Todos miramos atemorizados a nuestra amiga y vidente.

–Corred –dijo con un hilo de voz que no pasaba de ser apenas el bosquejo de un llanto.


Me levanté todo lo rápida y ágilmente que me permitieron mis extremidades, incapaz de coordinarme mejor debido al estado de ebriedad por la bebida y el cannabis. Un nuevo alarido inundó el aire.

Mi mirada temblorosa y desenfocada logró ver a Blanca, paralizada aún por lo de Robert, que era levantada en vilo por una cosa informe, de apariencia repugnante, que la envolvía con una especie de tentáculos, húmedos y de apariencia mohosa.


La habitación se llenó de un hedor insoportable, como si hubiera algo que llevara siglos pudriéndose en vida y estuviera volviendo en ese momento a la vida.

Se debatió entre los alargados y poderosos flagelos que la envolvían como los dedos de una mano, pero pronto sucumbió a aquel poder, quedando como petrificada, con la mirada ausente y la boca abierta, como si estuviera mirando un horror que jamás pudo imaginar que pudiera existir.


Algo chorreó a sus pies. Por un momento mi aturdida mente pensó que se podía tratar de orina, pero vi que era una pátina oscura la que se precipitaba de su cuerpo al suelo de madera mohosa y polvorienta.

Era sangre.

Su sangre.


Corrí.

Me di la vuelta y salí corriendo, aullando como una bestia, con la razón ida, fuera de mí tras la contemplación del horror cósmico.


Entonces, con las últimas luces del atardecer, una gigantesca y aterradora silueta se dibujó en el cielo crepuscular.

 
© Copyright 2015 Javier LOBO. Todos los derechos reservados.

8 comentarios:

  1. ¡Vaya!... me he quedado alucinada y un poco asustada, todo hay que decirlo, ahora no sé si llegaré a entrar en una casa abandonada, en un terreno que no es mío, etc. ¡Por Dios!, buenísimo si te gusta la novela de terror, claro.

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  2. Magnífico relato de terror y suspense. Me he quedado con las ganas realmente de saber, que pasa al final. Espero que pronto salga el libro para resolver el misterio. Enhorabuena Javier!!!

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  3. Miedito...me encanta porque parece bastante real..yo ni con drogas ni alcohol sería capaz de meterme en una casa abandonada...y menos si una del grupo dice que vamos a morir!
    Muy bueno Javier! Estaré atenta al libro! ;)

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  4. Me ha puesto los pelos de punta. Un relato vívido y aterrador: muy bueno! Habrá que estar atenta a la publicación del libro para ver qué ocurre. :)

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  5. Has creado un ambiente francamente terrorífico para tu relato, aumentando la espectación y el miedo con tus estupendas imágenes. Me ha gustado bastante. Te felicito.por tu blog, tiene un diseño espectacular.

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  6. A mí me fascina este género literario y sé cuando un texto es bueno. Este relato tiene la influencia de los grandes referentes, pero que se diferencia por la particular voz propia del autor. Magnífico texto y su complemento de imágenes. Felicitaciones por el proyecto literario. Saludos.

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  7. Uff, me he puesto la música y ha sido como visionar una película de horror donde se siente el ambiente claustrofóbico y de acorralamiento y el sentimiento de desasosiego de quien se sabe conducido hasta su propio final: la muerte inevitable. Pero una muerte horrible.
    Muy buenas las etapas trazadas con los gifs y las imágenes a juego, el nudo y el desenlace hasta el último momento. Fantastico, Javier.
    Un abrazo y lo comparto.

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  8. Intrigante...me volviste a dejar con la miel en los labios querido amigo. Espero poder leer en breve toda la historia.

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